693 362 397 amavitterra@gmail.com

En Truff tenemos una filosofía medioambientalista, y para nosotros la truficultura es mucho más que un cultivo, es un símbolo, es un paradigma del desarrollo sostenible. Es la conjunción de los tres grandes Reinos de la Naturaleza: las plantas, los animales, los hongos.

La trufa es un hongo con unas interrelaciones que la hacen ser un modelo “de libro” para explicar las relaciones entre organismos vivos.

El hongo Tuber melanosporum, o Tuber aestivum, o Tuber magnatum, u otros hongos del grupo de los subterráneos (hipogeos) no pueden vivir sin las plantas. En realidad, solo pueden vivir en asociación simbiótica con las raíces de árboles forestales como las encinas, robles, avellanos, etc.

Pero estas trufas tampoco pueden vivir sin que los animales micófagos o comedores de hongos dispersen sus esporas.

Y para más, las ultimas investigaciones ponen de manifiesto que para el buen desarrollo de las trufas se requiere también la presencia de determinados microorganismos, entre los que se encuentran las bacterias.

Las relaciones entre todos estos organismos se dan en el interior del suelo. Por ello, el suelo es para nosotros tan importante, y nos hemos especializado en crear y mejorar suelos truferos.

En truficultura estamos pues ante un gran reto: para cultivar trufas hay que tener en cuenta y cuidar a todos los organismos citados. Además, no podemos usar fungicidas, pues mataríamos al hongo trufa, tampoco debemos usar otros fitosanitarios. En realidad estaríamos ante un cultivo potencialmente ecológico.

Así mismo, la recolección de estos productos es, en sí, un atractivo turístico. La recolección de trufas con perro, u otros medios, puede ser también una fuente de ingresos interesante.

La diferencia respecto a otros cultivos es que, si conseguimos su cultivo, estamos ante un producto alimenticio extremadamente rentable: el diamante de la cocina, el alimento más caro del mundo. No es igual que cultivar pepinos, ni patatas, la diferencia es sustancial.

Practicar la truficultura es además un beneficio para el medio ambiente. Para cultivar trufas, hay que cultivar con ellas a vegetales silvestres como la encina o robles, consiguiendo así repoblaciones forestales, que en un futuro cercano producirán importantes beneficios.

Nos gustan los retos, y estamos preparados para ello. Para nosotros no se trata de cultivar simplemente trufas, sino de cultivar el máximo número trufas, en el menor espacio posible, en el menor tiempo posible, y beneficiando al medio ambiente. Es lo máximo, por ello AMAMOS LA truficultura

Ir al contenido